miércoles, 5 de agosto de 2009

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MI PADRE EL APÓSTOL Y OBISPO PABLO MÁRQUEZ ZAMBRANO

MI PADRE EL APÓSTOL Y OBISPO PABLO MÁRQUEZ ZAMBRANO

Mi padre era el hombre más maravilloso que yo he conocido; de él quiero hablarles esta tarde, honrando su persona y su memoria.
Mi padre fue un hombre de cosas simples y sencillas. Disfrutaba la comida… la que fuera. Yo le veía comer con tanto placer y hablar de lo rica que estaba esa comida…..Me enseñó a disfrutar…. Que todo lo que el Señor nos daba era para disfrutarlo.
Mi papá disfrutaba los dibujos animados….. lo vi reír muchas veces mirando Tom y Jerry, o las aventuras del Pato Donald…. Cuando podía verlos, se quedaba pegado y aunque le hablaras, no te escuchaba…. Quizá los dibujitos eran sólo un vehículo para conectarlo con el niño que tenía dentro….
Nunca olvidaré sus chistes tan simples….. como no te reías, te los trataba de explicar pensando que no los habías entendido…. Pero él se reía como si fueran chistes extraordinarios…. Contaba chistes, pero nunca jamás le oí contar uno subido de tono….. él nunca habló en doble sentido.
Mi papá tenía una capacidad inagotable para escuchar amorosamente….. a mucha gente le gusta hablar; él también lo hacía, pero él escuchaba pacientemente tus problemas y tus dudas….. tú hablabas y hablabas…y él te escuchaba comprensivamente… al final, te tomaba la mano y te decía… “oremos”….eso era todo….. salías seguro de que él te había dado muchas palabras y consejos…. Lo que habías recibido de él era amor…..amor real.
Mi papá era amigo de todo el mundo….. …. Sus amigos cristianos de juventud le decían “Pablito” porque a pesar de que muchos años habían pasado de ausencia entre ellos, el amor y la amistad estaban siempre intactos…. Él era amistoso….. amistoso con toda persona, sin hacer diferencias, o ser selectivo….daba lo mismo si eras un hermano de su iglesia o un vecino, si tenías dinero o eras un mendigo, si eras bueno o malo…. Y además…. él era amigo de los niños..

Mi papá fue un verdadero padre cristiano. Absolutamente responsable de protegernos, de proveer para nuestro sustento….y no era fácil, porque éramos once, pero a la mesa siempre había como mínimo quince.
Nos enseñó a amar a Cristo de manera práctica. Nuestros cultos familiares eran alrededor de la mesa haciendo oraciones y aprendiendo versículos de memoria. No entendíamos mucho en ese tiempo la importancia de la oración o de aprender de memoria la Palabra de Dios, pero sí disfrutábamos los coros…. Porque eran activos….. marchábamos alrededor de la mesa cantando “caminando hacia Canaán”…. O “con Cristo en la familia un feliz hogar”…. Y muchos otros coritos de aquella época.
Los cultos en la iglesia eran un sí o sí…. No faltábamos….Recuerdo muy bien las caminatas desde el Cerro Barón donde vivíamos hacia el plan de Valparaíso…. El regreso a la noche era más complicado….. me acuerdo de caminar cuadras y subir el cerro medio dormido…. porque hay que decir que mi papá nunca se fue temprano a su casa…. se quedaba por horas a atender a la gente que necesitaba sus oraciones o su consejo…. y nosotros con mi mamá nos dormíamos en las bancas esperándolo….. el problema era que él no podía irse a su casa sabiendo que alguien necesitaba su ayuda, por eso, era el último….el que cerraba el templo…. el que apagaba la luz….. sólo se iba cuando ya nadie le precisaba y todos habían recibido lo que necesitaban.
Nosotros los hijos disfrutamos del amor de nuestro papá de muchas formas, aunque a él lo compartíamos con la Iglesia, y generalmente nosotros quedábamos con la parte menor de su tiempo. Pero él nos amaba, nos cuidaba, nos enseñaba, y también nos corregía… era un amor completo. Su sistema de corrección cuando nos portábamos mal, era primero el castigo con la correa, después, nos hacía escribir cien o doscientas veces “no debo desobedecer a mi mamá”, o alguna frase que nos recordara no volver a hacer lo malo que nos había traído ese castigo; enseguida, debíamos pedirle perdón a mi mamá o a quien hubiéramos ofendido….finalmente, teníamos que arrodillarnos y pedirle perdón al Señor….. obviamente, lo pensabas dos veces antes de volver a portarte mal.
Mi papá dejó que el amor de Dios le llenara… y era un amor manifestado en obras. Buscaba a los necesitados y los llevaba a nuestra casa…. Llevaba desconocidos a comer; les regalaba su ropa; les daba comida y dinero. Iba a la cárcel y buscaba presos que recién salían en libertad, y los llevaba a nuestro hogar para que estuvieran unos días hasta que encontraran donde estar…. Nos robaron varias veces…… pero él continuó haciéndolo. Recogió niños de la calle…. Algunos estuvieron días; otros estuvieron años en casa y se criaron con nosotros. Es que él era simplemente hospitalario.
Yo vi tanta generosidad en él….. lo vi regalar y regalar, no sólo a sus cercanos, sino a cualquiera que tuviera necesidad. El sabía sembrar….. pero nunca lo hizo esperando cosechar…..lo hizo simplemente porque amaba dar.
Mi papá defendía al débil. Cuando niño y joven se enfrascó en muchas peleas defendiendo a los débiles…él simplemente no podía soportar que alguien se aprovechara de su estatura o de lo que fuera para dañar a otro….él intervenía defendiendo al que estaba en desventaja, aunque él saliera maltrecho. Siendo joven fue boxeador…. Quizá procurando estar mejor preparado para ser defensor de desvalidos-
Pero él no se defendía. En una ocasión, un hombre malvado en Valparaíso le pegó en la calle…. Yo estaba con él y sabía que él podía poner al hombre en su lugar, pero no lo hizo…..dejó que el otro terminara… quedó sangrando. El sabía defenderse, pero había decidido no hacerlo.
Cuando fui mayor, vi a mucha gente que le hizo daño, o abusaba de él… gente cercana y gente lejana… pero él no se defendía. Intervine muchas veces para enfrentar a sus abusadores, o alejar gente mala que se acercaba a él para dañarle… Por muchos años yo estaba lejos y sufría cuando sabía que alguien le había insultado, o dañado… nunca lo supe por él, porque él no hablaba de esas cosas…. mi mamá era mi informante. Cuando regresé a su lado, me prometí a mi mismo que nunca más nadie lo insultaría, ni le faltaría el respeto, ni le levantaría la voz, ni abusaría de su amor. Al menos, en los últimos nueve años de su vida fue así.
Mi padre fue un hombre santo; un hombre con algunos errores de hombre, pero santo. El fue santo en su conducta, santo en sus palabras, santo en sus motivaciones, santo en su ministerio, santo en su familia, santo en su matrimonio. Pero su santidad no era de aquella en que el que la practica se considera mejor que otros, o aquella santidad legalista que juzga a los demás. No, lo que él vivió era santidad en amor.
MI padre fue un hombre bueno; bueno de verdad. Lejos de él la idea de aprovecharse de alguien, de buscar beneficios propios. Pocas veces te pedía ayuda en algo, porque no quería ser una molestia, pero en realidad, amaba servir y ayudar a los demás. Nunca se vengó de alguien; jamás buscó desquites. Jamás le escuché murmurar de alguien, hablar despectivamente de alguno, reírse de la gente, o tener envidia o celos de la bendición de los demás. Se gozaba de tu bien; se alegraba cuando tenías alguna clase de éxito, y aún, a sus opositores les deseaba el bien.
MI papá practicó toda su vida un amor redentivo. Quizá veía alguno fallar o aún pecar, y lo disimulaba, esperando el momento en que pudiera hablarle en privado y ayudarle a salir de su mal. Tuvo que castigar a mucha gente durante su vida pastoral, pero nunca fue por su iniciativa, sino presionado por hermanos acusadores, o por colaboradores legalistas… la preferencia de él era el amor que corrige pero a la vez redime; él creía en las segundas oportunidades, y las terceras, y cuantas fueren necesarias para rescatar y restaurar a las ovejas.
El amor de Dios en mi padre era infinito….. era como un gran techo donde mucha gente podía cobijarse….y siempre había lugar para otros más. Dios le dio a él la gracia de ser un gran canal de Su amor para los hombres.
MI padre fue mentor de miles de cristianos. La gente aprendía a ser como Cristo mirándolo a él, porque él era apasionado de una máxima que repetía incesantemente: “¿qué haría Cristo en mi lugar?”; y para él, no eran sólo palabras, sino realidad.
Mi papá pastoreó en su vida miles y miles de personas; formó cientos de ministros de los cuales fue su maestro y su mentor; estudió incesantemente las Escrituras; dictó clases; formó institutos bíblicos, y levantó a mucha gente que nadie veía como líderes o pastores, pero que, en su magistral visión positiva acerca de las personas, él ya les veía como siervos de Dios. El supo ver, al igual que Cristo, a Pedro en Simón.
Mi padre fue un líder grande. Cuando los líderes comienzan, la gente los reconoce por lo que hacen; su obra es su credencial. Cuando los líderes avanzan en envergadura y madurez, los que les siguen valoran su enseñanza y su visión; su atractivo y su autoridad emanan del poder de sus palabras y su enseñanza. Pero cuando los líderes llegan a su graduación, es su persona la base de su influencia y su importancia. Quizá siguen haciendo obras, o su enseñanza sigue siendo relevante, pero es por quienes ellos son que los demás buscan estar bajo su cobertura. Y aún, si ellos ni siquiera hablan ni hacen obra alguna, su liderazgo permanece inconmovible debido a lo que ellos han llegado a ser.
Mi papá llegó al tercer nivel hace muchos años; su liderazgo ha sido reconocido y valorado por gente de distintos lugares y aún de los más remotos, pero no todos lo han llegado a ver. Es que él escondía la gloria que de Dios recibía, y la alabanza que los hombres le daban. A veces le sucedió lo que a Jesús cuando dijo que no hay profeta sin honra sino en su tierra y entre los suyos. Creo que no fue suficientemente honrado en este nivel…. Quizá a quienes lo menospreciaron cuando comenzó a decaer físicamente, y pensaron que la edad le quitaba relevancia o gloria, les pasó lo que a la samaritana cuando hablaba con Jesús pensando que era un simple hombre. Jesús le dijo: “Si tú supieras quién es el que habla contigo”…. Algunos no conocieron verdaderamente quien era mi padre. Pero Dios forjó en mi papá un liderazgo tan grande, que a los que estuvimos cerca de él y recibimos de Dios ojos para verle, nos fue fácil ignorar sus limitaciones físicas y su débil apariencia, y pudimos ver la grandeza de un líder extraordinario, padre de muchedumbres, y ejemplo sin igual de un verdadero hijo de Dios.
Honro en este día la memoria de mi padre en la carne, de mi padre espiritual, de mi mentor y formador, y de mi líder…. Doy la gloria a Dios por su vida….y doy la gloria al Señor por su nueva vida en los cielos…… y con gozo por él y su actual estado, con dolor y ausencia en mi carne, y con la esperanza cierta de volver a verle, le despido en el nombre de Jesús…… Papá, te amo y te necesito…. Pero digo como Job: Dios dio, Dios quitó, sea el nombre del Señor bendito.

Apóstol David Márquez Figueroa
Sábado 11 de Julio de 2009.Escribe el resto del post aqui

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